viernes, 29 de agosto de 2008

CRONICAS DE UN NOSFERATU XV

Al anochecer del día siguiente, el mentor y yo esperábamos al saco de pulgas en las inmediaciones del palacio de justicia en Île de la Cité. Por si por un casual paseaba por ahí un abogado al que incarle el diente.
Escuchamos un aullido aterrador que cortaba aquella noche invernal.
- El chucho este no es lo que se dice discreto- dijo el mentor-
- No se le puede pedir mucho a un perro salvaje - contesté indiferente-
- No creo que haya sido buena idea eso de asociarnos con el- dijo el mentor preocupado-
- No se raje ahora que me ha costado Dios y ayuda el conseguir un collar tan grande.
Aquel engendro del averno apareció en escena intentando ser sigiloso.
- Ahí está el chucho, Antonio.
El lobo sorprendido me preguntó:
- ¿Como se ha dado cuenta de mi presencia?
- Hombre, verá. La verdad es que con el viento en contra y su falta de aseo, no ha sido difícil, por no hablar del gritito ese que se le ha escapado.
- Usted sabrá disculparme, es que con luna llena me resulta casi imposible reprimir los aullidos.
- Tranquilo Felpudo, pero la próxima vez chille un poco mas bajito.
Mientras el mentor negociaba las condiciones de la asociación con el lobo. yo le tomaba medidas para hacerle una caseta.
Y así, llegados a un acuerdo, procedimos a atacar a la primera víctima.
El lobo tenía un olfato mucho mas fino que el nuestro, pero para los demás, supongo, puesto que si se oliese a si mismo con esa finura, acabaría con su estómago.
Hayamos una pareja que cruzaba el pont St Michel, y acudimos raudos a desayunar. Mientras el pulgoso apretaba la laringe del señor con la zarpa, el mentor sofronizaba a la señora, yo aplaudía y me ponía la servilleta en el cuello, ¿Que iba a hacer si no?.
La sangre del señor para mi, la de la señora para el mentor y para el chucho, los huesos, claro.
Fue una noche gloriosa, pues luego descubrimos que el señor era un letrado de tente y no te menees. La única pega seguía siendo la alfombra con patas que hacía mucho ruido al comer, hablaba con la boca llena y lo ponía todo perdido. Iba a ser más difícil educarlo de lo que yo pensaba.

miércoles, 27 de agosto de 2008

CRONICAS DE UN NOSFERATU XIV

París 22 de diciembre de 1833
Descubrí un taller de confección de prendas de vestir, en Rúe de Lappe, cerca de la Place de La Bastille. Los obreros trabajaban de sol a sol en beneficio de la empresa, por un sueldo miserable, que era recortado con familiaridad insultante cuando venían tiempos de vacas flacas con la escusa " se avecinan malos tiempos y hemos de apretarnos el cinturón", muy utilizada por los dueños de la pequeña corporación para recoger mas beneficios, aun en tiempos de hastío económico. Curiosamente, en épocas de vacas gordas, engordaba todo, salvo el jornal de los trabajadores.
Después de la salida del ultimo esclavo, aguardé en la puerta el momento en que saliese el patrón para darme un festín por desayuno.
Aquel hombre rechoncho salía cerrando meticulosamente la puerta, para asegurarse que los amigos de lo ajeno no diesen buena cuenta de sus propiedades, amasadas con la sangre y la esclavitud del prójimo.
Le ataqué con la pasión que da la necesidad. Su sangre engordada de buenos potajes grasos, carne excelente y mejor vino, resultó un placer para mi famélico cuerpo vampirico.
Terminado el manjar, me senté al lado del cuerpo de mi víctima, incapaz de moverme por causa del atracón. Cerré los ojos y cuando volví a abrirlos me encontré delante de un perro gigantesco que me dijo:
- Disculpeme señor. ¿Es usted un vampiro?
- Quita chucho- dije, tirándole una piedra-
- Disculpe la corrección señor, no soy un perro, soy un hombre lobo que es distinto.
- ¡Coño!- exclamé- un chucho que habla.
Bien podía haber exclamado "caspita", "recorcholis" o algo parecido , pero dadas las circunstancias no creo que ninguno de ustedes, mis queridos lectores, puestos en mi situación, hubieran sido capaces de controlar la lengua aun a riesgo de parecer mal hablados.
- ¿Un hombre lobo dice?, creo que eso es imposible, a no ser que su padre fuera un lobo, o quizá su madre fuera una loba, con todos los respetos. Ya decía yo que esto de la zoofilia no podía traer nada bueno. Bueno y ¿Que le trae por aquí señor saco de pulgas? -pregunté-
Haciendo caso omiso de la ristra de insultos que le había regalado, aquél híbrido, me lanzó una proposición.
- Verá usted, yo había pensado...
- ¿Y piensa?. Eso si que es una sorpresa.
- Quizá si es tan amable de no interrumpirme...
- Y encima educado - dije en un intento inútil de sacarle de sus casillas-. Pero por favor prosiga...
- Bien, pues le decía que había pensado en que usted y yo formáramos un equipo para cazar. Verá, con los tiempos que corren, es difícil para los dos el encontrar algo que llevarse a la boca. Así que si los dos cooperamos podremos conseguir más víctimas. Y teniendo en cuenta que usted solo ingiere la sangre y yo el cuerpo, no nos supondría ninguna perdida de derechos.
- Así que lo que usted me propone es que le adopte como perro de caza y le de las sobras para comer.
- No exactamente señor, se trata de una sociedad de igual a igual.
- Si bueno... . Pero dejeme que lo consulte con el ataúd, y apartese un poco que me está poniendo la capa perdida de pelos. ¡Saco de pulgas!. Además, he de comprarle una correa y una caseta, y eso requiere su tiempo. Le haré saber mi decisión mañana al anochecer.
- De acuerdo, señor. Hasta mañana entonces.
Me alejé pensativo. ¿Sería una buena idea, tener una mascota?, ¿Le gustarían los perros al mentor?, ¿ Sería beneficiosa la asociación para nuestros intereses?. No lo sabía, pero lo que si me reconcomía las asadurillas era el haber encontrado un ser que no se molestaba con mis hachazos verbales. Seguro que ya estaba perdiendo facultades. La próxima víctima sería un abogado.

CRONICAS DE UN NOSFERATU XIII

El invierno parisino comenzaba a dominar la rutina de los viandantes. El olor a leña de hogar invadía tímidamente las calles de los barrios opulentos, en contraste con las hogueras improvisadas de los barrios más desfavorecidos, donde el hambre se saciaba a golpe de escudilla de sopa caliente que proporcionaba la caridad.
Era el inicio de la revolución industrial, del inteligente lema propuesto por el rey Luis Felipe "enrichissez-vous ", simulando la oportunidad de enriquecerse a todos los ciudadanos franceses. Época de progreso cuya aparición en escena, supuso una mayor diferencia entre las clases sociales, los pobres eran mas pobres y los ricos eran los que ayudaron a acceder al trono al rey mediante la revolución de julio de 1830 que acabo por derrocar a los conservadores borbónicos.
En aquel París convulso, de monarquía constitucional, hambre, miseria y liberalismo, alimentarse de sangre con nutrientes esenciales se me antojaba poco menos que imposible.
El populacho era ajeno a los cambios que se sucedían en la ciudad, ajeno al crecimiento lento pero constante de lo que se conocería después como "Corporación" , ajeno a la creación de ese monstruo artificial y de tendencias psicópatas que comenzaba su andadura por el mundo de forma sigilosa pero constante. Ajeno al principio de su esclavitud disfrazada de sociedad de bienestar.
Y ahí estaba yo, en medio de aquellos tiempos cambiantes, merendando una prostituta vieja y mantecosa de sabor agrio , en un callejón cercano a Boulevard Magenta. Cuando, precedido de una humareda de azufre apareció un estraño ser, de cabello largo y mirada penetrante que interrumpiéndome en la practica del sagrado sacramento del condumio me dijo:
- Postrate ante mi, como ser inferior que eres. Postrate ante el Maligno.
Con sorpresa aterrada volví mi mirada hacia el y le dije:
- Mire usted, ahora no tengo tiempo, se me va a enfriar la merienda. Luego quizá, si cambia usted de perfume y si no tengo nada mejor que hacer, hablamos. ¿ Que le parece ?
- Pero.. ¿Tu quien te has creído que eres, payaso? - me dijo con el cuello lleno de venas como un cantaor de flamenco-
- ¿No será usted de Venecia por un casual? .Es que su educación me es muy familiar. Y ahora si me permite , seguiré alimentándome. Gracias por su compañía pero alejesé, que ese olor de azufre me está revolviendo el estómago.
- Definitivamente eres más tonto que un anuncio de compresas
- Definitivamente es usted de Venecia, no hay más que ver el genio que gasta- le respondí- Por cierto, ¿Que significa "un anuncio de compresas"?
- Lo sabrás dentro de un siglo y medio, insecto vampirico. ¿No ves que yo domino el espacio tiempo, y dimensiones que nunca llegarás a comprender en tu minúsculo entendimiento?.
- Muy interesante- le dije- . Pero usted me sabrá disculpar, tengo una noche muy mala y no estoy para patrañas filosóficas. Así que con Dios... o con quien usted prefiera.
Después de palmear el hombro de aquel ser, en tono amistoso. Me di la vuelta y lamentándome por la merienda fría, guié mis pasos hacia la salida del callejón.
Apareció después del consiguiente humo delante de mi, interrumpiéndome el paso.
- Que pesado es usted con el azufre, hombre. ¿Pero no ve que huele muy mal?. Hay mas formas de aparecerse y menos desagradables. Un día que tenga ganas le enseño.
Aquel ser, puso los ojos en blanco al mas puro estilo mentor. y alejándose entre el humo gritó:
- Menudos tiempos que corren , ya no se respeta ni al diablo.
- En eso le doy la razón -dije aumentando la voz- Hay que ver la falta de educación que tiene la gente.